En el marco de la Feria de Teatro de Castilla-La Mancha, la directora general de Promoción Cultural, Eva Ortiz, ha presentado esta mañana el Protocolo de las Condiciones de Exhibición en el Teatro para niños/as y jóvenes.

Con el fin de mejorar las condiciones de exhibición del teatro creado para un público infantil y joven, junto a la directora general también han participado Juan Monedero, de la compañía Ultramarinos de Lucas y miembro de la Asociación Te Veo, una de las promotoras de la creación de este protocolo.

Al acto también han asistido Ignacio Guzmán, coordinador artístico de la Subdirección General de Teatro del INAEM, y Emilio Recio, director de la Feria de Teatro de Castilla-La Mancha. FAETEDA y la Red de Teatros Públicos son las otras asociaciones que respaldan esta iniciativa.

Tal y como ha explicado Ortiz, este protocolo recoge seis medidas que conforman “una serie de pautas o recomendaciones acerca de las condiciones que debe reunir un espectáculo teatral dirigido al público de menor edad”. Se trata de unas medidas que en Guadalajara “ya se llevan a cabo a través del programa de cine infantil La Linterna Mágica, una experiencia que está siendo muy positiva y ha conseguido captar a un gran número de público”, ha recordado la titular de Promoción Cultural.

La limitación de los aforos “para posibilitar una cercanía y empatía con el espectáculo y asegurar una calidad de percepción para los espectadores”, es la primera de estas medidas, ha señalado la directora general.

Informar sobre las edades para las que se ha creado el espectáculo es otra de las recomendaciones que incluye este protocolo, ya que permitiría a los adultos –padres o profesores– que tomen la decisión de llevar a los niños/as y jóvenes al teatro, al realizar una elección responsable. En este sentido, la responsabilidad recaería de parte de las compañías y los teatros, que deberían expresar y difundir las edades para las que va dirigido el espectáculo.

Asimismo, el recinto que acoge la puesta en escena debe reunir una serie de condiciones relativas a la recepción, acomodación y percepción de los espectadores, con el fin de que éstos reciban un servicio adecuado a las necesidades.

La cuarta medida tiene que ver con el fomento de la contratación o colaboración con especialistas que impulsen las relaciones entre el teatro y la escuela, y el teatro y la familia. Esos especialistas también deberían de promover la formación de los espectadores, así como guiar las propuestas de educación de la sensibilidad artística.

Igualmente, se deberían aumentar los recursos dirigidos a la exhibición y estabilizar la frecuencia de la programación, lo que permitiría realizar una programación estable para crear en los niños/as y jóvenes el hábito como espectadores.

La última de estas medidas, aunque no menos importante, tiene que ver con la ampliación de la oferta teatral a todas las edades, diseñando paralelamente acciones y programas específicos, que permitan la utilización de los teatros como espacios propios de ocio y cultura. De hecho, una de las posibilidades que aquí se incluye sería abrir el teatro a los bebés entre uno y tres años, una práctica que apenas cuenta con tradición en nuestro país, pero que podría llevarse a cabo a partir de experiencias piloto con las escuelas infantiles y las familias.