EXPOSICIÓN SOBRE ÁNGEL CRESPO, UN GRAN DINAMIZADOR CULTURAL
Ángel Crespo Pérez de Madrid nació el 18 de julio de 1926 en Alcolea de Calatrava (Ciudad Real). Sus trabajos como poeta, traductor, crítico literario y de arte y editor de revistas, le avalan como un dinamizador cultural en la adormecida y controlada vida española del franquismo.
Ángel Crespo bebió de los versos y del magisterio humano de otro gran poeta, hoy mucho menos conocido, el valdepeñero Juan Alcaide. Desde muy joven empezó a interesarse por la mitología y por los idiomas, una afición que le hizo dominar a lo largo de su vida latín, italiano, francés, portugués, romance e inglés. Esa apertura a otras lenguas, a otras culturas, nos revela el personaje curioso, indagador, que Crespo fue toda su vida, en la que la poesía fue el centro principal de su actividad.
Sus primeros escritos se inscriben dentro del realismo existencial y social de la posguerra, pero al llegar a Madrid milita durante algún tiempo en el Postismo: una suerte de surrealismo manchego, dotado de imaginación, de frescura, de innovación, que entre finales de los cuarenta y mediados de los cincuenta, ofreció una buena carga literaria y artística. Intentó impulsar este movimiento en Ciudad Real, a través del suplemento cultural del diario Lanza, pero su ilusión chocó con el panorama opresivo y poco dado a la creación libre de la España de la época.
Ante esta situación, Ángel Crespo buscó el camino de un exilio que le permitiera abrirse a otras culturas, a otros vientos de libertad, pues en España, en esos años, como él mismo reflejaba en uno de sus poemas no corría el aire. Fuera de nuestro país, ejerció como profesor en la universidad de Río Piedras de Puerto Rico, además de en Leiden (Holanda), Venecia (Italia) y Washington (EE.UU).
Su obra poética, muy compleja, no se adscribe fácilmente a ninguna tendencia concreta, de forma que los críticos han tenido dificultades para encuadrar a Crespo en algunas de las corrientes de la poesía de posguerra. Su verso cuenta con una rica sonoridad propia de quien poseía un oído musical excepcional, y resulta imaginativo y onírico. Emplea un rico simbolismo y se alimenta, ya desde sus mismos orígenes, de materiales de muy distinta procedencia como son lo biográfico, lo cotidiano, la tradición cultural y lo mítico.
Entre sus primeras obras destacan Una lengua emerge 1950); Todo está vivo (1956) Suma y sigue (1962, No sé como decirlo (1965) y Docena florentina (19765). Todos esos títulos los reunió en el volumen En medio del camino (1971). Otros libros posteriores de poesía son Donde no corre el aire (1981) El bosque transparente (1983) El ave en su aire (1985) y Ocupación del fuego (1990).
Como traductor destacó especialmente por sus versiones al castellano de la Divina Comedia, de Dante, de obras de Petrarca (las Rimas, el Cancionero); del portugués tradujo a Fernando Pessoa y Guimaraes Rosa, así como una excelente Antología de la poesía brasileña.
Dirigió además las siguientes revistas de poesía: El pájaro de paja (Ciudad Real, 1950-1956); Deucalión (Ciudad Real, 1951-1953); Poesía de España (junto con Gabino Alejandro Carriedo; 1960.1963); Revista de cultura brasileña (1962-1970).
Obtuvo, entre otros reconocimientos, el premio de los Lectores y Libreros italianos por su traducción de la Comedia de Dante (que le valió también la Medalla de Oro della Nascita di Dante de la ciudad de Florencia); la Medalla de Plata de la Universidad de Venecia; el premio Nacional de Traducción por su versión del Cancionero de Petrarca, en 1984; el premio Ciudad de Barcelona de poesía en castellano por su libro poético El bosque transparente; y el Premio Nacional a la obra de un traductor, en 1993.
Murió en 1996 en Barcelona y su archivo y biblioteca fueron a parar a la Fundación Jorge Guillén por expreso deseo testamentario.