BARREDA FELICITA A LOS HELLINEROS POR EL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL DE SU SEMANA SANTA
El presidente de Castilla-La Mancha destacó la importancia de la Semana Santa de Hellín y el esfuerzo de sus ciudadanos por conseguir que esta festividad y su tradicional Tamborada hayan sido declaradas de Interés Turístico Internacional.
El presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, asistió hoy, Viernes Santo, a la Procesión del Calvario de Hellín, que no logró concluir su recorrido como consecuencia de la lluvia, donde felicitó a los hellineros por la reciente declaración de su Semana Santa y Tamborada como festividad de Interés Turístico Internacional.
Acompañado por el alcalde de Hellín, Diego García-Caro, el secretario de Estado de Defensa, Francisco Pardo, el presidente de la Diputación Provincial, Pedro Antonio Ruíz Santos, y otras autoridades, José María Barreda contempló, frente a la Iglesia de San Francisco, algunos de los pasos y tamborileros que pudieron desfilar, pese a la lluvia.
Posteriormente, y tras suspenderse la Procesión que, integrada por 17 cofradías, va desde el pueblo hasta el Calvario, el presidente castellano-manchego se desplazó a la Parroquia de la Asunción, donde saludó a los cofrades que allí se refugiaban del agua, sumándose a sus lamentos por los perjuicios que el tiempo está ocasionando a la celebración de la Semana Santa.
Las Tamboradas de Hellín, conocida como la Ciudad del Tambor, constituyen un multitudinario rito en el que impera la participación, la convivencia y la hospitalidad, entre los cerca de 20.000 tamborileros y tamborileras que toman parte en estas, bien de manera individual, o formando grupos o peñas. Sin distinciones de edad, sexo o condición se interpretan los redobles típicos de manera ininterrumpida.
Las Tamboradas transcurren entre el incesante y ensordecedor "rugido" de los miles de tambores, pudiéndose también apreciar "exhibiciones" en el redoble y sanos "piques" entre peñas por imponer su toque.
Por todo ello y por el carácter integrador y hospitalario de los hellineros, las Tamboradas de Hellín, las más multitudinarias que se conocen, junto con la celebración de la Semana Santa como tal, han merecido la declaración de "Fiesta de Interés Turístico Nacional", la de Fiesta de Interés Turístico Regional y ahora también Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Barreda, tamborilero de honor en 2005
En la Semana Santa de 2005 el Presidente José Maria Barreda fue nombrado Tamborilero de Honor, en una jornada que él mismo calificaría de imborrable.
En aquella visita, el Presidente anunció que el Ministerio de Vivienda destinaría el 1% de la partida cultural para rehabilitar la Casa del Conde y convertirla en sede del Museo de la Semana Santa y que, por su parte, la Junta de Comunidades asumiría la dotación del mobiliario necesaria.
La ciudad de Hellín vive pensando durante todo el año en su fiesta más importante. Con la llegada de la Cuaresma a partir del Miércoles de Ceniza, la población de la ciudad va aumentando su entusiasmo conforme se acerca la noche de Jueves Santo, momento cumbre de la Semana Santa de Hellín, que este año también se ha visto mermada por la lluvia.
No cabe duda de que las tamboradas son de una manifestación antropológica de primer orden en España. Escuchar a más de 15.000 tambores atronando ritmos ancestrales es un espectáculo que sólo se puede calificar como grandioso.
La noche del Viernes Santo desfila la procesión del "santo Entierro", con absoluto recogimiento en contraste con la algarabía de la procesión al Calvario. La impresionante Imagen del Cristo Yacente, de Mariano Benlllure, considerada como una obra cumbre de la escultura del siglo XX, resalta la brillantez de este acto y contribuye a ubicar en buena posición la Imaginería escultórica de Hellín dentro de los programas iconográficos nacionales referentes a la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Gracias a la utilización del tambor, las huestes almorávides, en la batalla de Sagrajas (año 1086), consiguieron la huida de las tropas cristianas (en las que formaban hellineros). Después se creyó que, tras la reconquista, los musulmanes conversos se mofaban de los cristianos en Semana Santa haciendo sonar los tambores y cualquier instrumento ruidoso.
Pero fue en 1411 cuando San Vicente Ferrer, en predicación en Hellín contra brujas y adivinos, instauró las procesiones de penitencia encabezadas por "músicos y tambores" y que perduraron hasta mediados del siglo XIX.
Totalmente documentada está la procesión de los Azotes de mediados del XVIII en la entonces villa, que era encabezada por dos grandes hileras de tamborileros. Y también lo está la escisión definitiva de éstos en 1876, por las protestas del clero local ante su indisciplina y crecimiento espectacular, por lo que comenzaron a redoblar sus tambores fuera de las procesiones. Esto llevó a que las tamboradas se configuraran en la forma y manera en que hoy las conocemos, tocando los tamborileros el tambor libremente por las principales calles del centro de la ciudad.