06/04/2017Consejería de Sanidad
Gracias a la iniciativa de la ONG Stop Ceguera

Oftalmólogos del SESCAM, en la provincia de Albacete, cooperan en la República Dominicana

El equipo, formado también por profesionales de Valencia, Barcelona, Palma de Mallorca y Cuenca, ha atendido a 387 personas, ha realizado 117 intervenciones quirúrgicas y se han prescrito 180 gafas. 

Hellín (Albacete), 6 de abril de 2017.- Un grupo de profesionales sanitarios de Albacete, Valencia, Barcelona, Palma de Mallorca y Cuenca acaban de regresar de la República Dominicana donde han realizado una estancia de cooperación. El trabajo se ha centrado en el Hospital Dr. Leopoldo Pou de Samaná, una labor que ha sido posible gracias a la iniciativa de la ONG española Stop Ceguera, en colaboración con una asociación dominicana.
 
Durante estos días, han atendido a 387 personas en consulta, han realizado 117 intervenciones quirúrgicas y se han prescrito 180 gafas, muchas de ellas procedentes de España. Es la segunda ocasión en que esta organización viaja a la República Dominicana.  Anteriormente lo han hecho a Burkina Faso, Costa de Marfil, Argelia, Ghana o Kenia. En total, la ONG estima que ha devuelto la vista a más de 3.000 personas.
 
El equipo profesional ha estado compuesto por cinco oftalmólogos, tres enfermeras, una auxiliar de enfermería, dos optometristas y cuatro personas dedicadas a la logística. Entre el grupo de cooperantes, dos profesionales del SESCAM en la provincia de Albacete, los oftalmólogos Raúl Casado, de la Gerencia de Atención Integrada de Hellín y María Antonia Fagúndez, de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete.
 
Los profesionales albaceteños coinciden en señalar las carencias sanitarias de un país como  República Dominicana, “donde la atención sanitaria especializada no llega a todos los lugares. Hay muchas provincias donde no cuentan con oftalmólogo, además el desplazamiento y la atención médica es muy complicada para la mayoría de la población”.
 
Sobre la implicación en este proyecto, Raúl Casado comenta que “me gusta hacer esto porque ayudas a otras personas, que sin esto no tendrían acceso a tratamientos y operaciones”. Y explica sobre la atención sanitaria, “no tiene nada que ver con nuestros medios ni nuestros hospitales, tampoco tienen nada que ver las operaciones que hacemos aquí con lo que se hace allí, cirugías que en España practicábamos hace 20 años”. Casado, que ha estado anteriormente en Burkina Faso, cuenta que “hay muchas cosas por hacer y una sencilla prescripción de gafas es una bendición para ellos”.
 
Los profesionales españoles han aprovechado el viaje para llevarse más de 20 cajas con material fungible, lentes intraoculares, medicamentos, incluso batas o paños quirúrgicos. Mientras tanto, la ONG, formada principalmente con gente de Albacete, sigue organizando actividades para recaudar fondos, como la exposición ‘Botijos de la luz’, en el que artistas y aficionados pintan botijos que luego se venden. Igualmente, Stop Ceguera se encuentra inmersa en la adquisición de un láser YAG, lo que permitiría realizar capsulotomías en caso de opacidad capsular tras la operación de cataratas (‘limpieza de lente intraocular’), en menos de un minuto y de forma indolora.
 
La falta de medios en los países que visitan es evidente, como cuenta la oftalmóloga María Antonia Fagúndez, “el año pasado llevamos un microscopio que dejamos en el país, a la organización dominicana”. La profesional del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete explica que la mayoría de las intervenciones en República Dominicana han sido pterigion, una patología muy frecuente en esas latitudes por la incidencia solar, además de las habituales cataratas.
 
Acerca de esta nueva experiencia de voluntariado para ella, Fagúndez afirma que “somos unos privilegiados por haber nacido en un país con posibilidades de desarrollo y formación, si de alguna manera puedo agradecer esta oportunidad que he tenido de llegar a ser médico oftalmólogo es ofreciendo un poco de mi trabajo a los que no han contado con esa suerte”. Sin duda guardará muchos recuerdos, pero especialmente no podrá olvidar a un niño autista de 15 años, “nos planteamos mucho si operarle pues necesitaba anestesia general y la recuperación visual era dudosa. Era difícil valorar la visión al día siguiente de la cirugía, pero la sonrisa del niño y los comentarios de la madre respecto a su actitud nos llenaron de alegría a todos”.  

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